14 de febrero de 2011

Bu.

Ni la voz más ronca
o la más seca...

Ni la voz más áspera
sería capaz de sacar de mi cuerpo
con un sonido lo que siento.

Ruido, más que sonido.
Crujido, más bien.

Ni la canción más alta,
o la voz mas fuerte.
Ni el dolor de la madera que cruje,
o el caramelo que se rompe.

Ni el recorrido de un vaso de cristal
que, lentamente, cae
y más tarde, se rompe en mil pedazos.
Ni el sabor más amargo
o la lluvia más intensa,
serían capaces.

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